En mayo de 2020 estábamos confinados en casa, con nuestros restaurantes de Deluz y Compañía cerrados, sin ventas y con muchas obligaciones de pago: créditos, facturas, nóminas… y sin fecha de apertura.

Nuestra compañía es el equipo, los productores que nos acompañan desde hace años y, por supuesto, los clientes que ahora no podían venir.

Yo tenía mucho estrés, estaba tensionada hasta el límite, veía una quiebra, no podía seguir comprando a los ganaderos, agricultores, artesanos, etc. a quienes llevábamos comprando desde hace años. Ellos, a su vez, no podían vender sus productos porque no estaban en los canales de la gran distribución.

No tener dinero para pagar al equipo, a mi hermano y a mí para mantener a nuestras familias… ¡Uff! Fueron momentos de mucho vértigo. Aunque esta vez no tenía miedo. El miedo se ha ido disipando de mi vida desde hace cinco años; quizás un poco por la bioenergética, quizás por un cambio en mi respiración y en mi diafragma, quizás por haberme enfrentado ya a situaciones que me daban miedo. No sé muy bien, pero ¡ah! qué maravilla es vivir sin miedo. Me sentía más libre que nunca, preparada para el camino donde la vida me llevase y a la vez con fuerza para remar hacia el lugar donde Deluz y Compañía queríamos remar. Escribo sobre el miedo porque creo que la ausencia de miedo también tiene algo que ver en este proyecto porque el miedo paraliza y nosotros teníamos que ser ágiles y rápidos.

Nos imaginamos un mundo como el que está siendo ahora por las decisiones políticas que se estaban tomando, con futuros confinamientos y cierres. Nos pusimos a pensar en soluciones para salir adelante.

Primero pensamos en hacer una web para vender online todos los productos de los ganaderos y agricultores ecológicos y artesanos con los que trabajamos desde hace años. Pero un domingo, después de hacer mis ejercicios de bioenergética y de meditación por las noches para poder dormir y aguantar el confinamiento y el estrés, se me ocurrió abrir pequeñas tiendas de barrio para generar más venta rápida y poder seguir en compañía todos juntos. Llamé a mi hermano el lunes a las ocho de la mañana y justo me contó la misma idea. Ese domingo por la noche tuvimos los dos la misma idea. Fue bonito.

Compartimos por Slack con todo el equipo de Deluz y Compañía la idea, para pedir consejo sobre su aprobación y puesta en marcha. Todos votaron que adelante con El Súper de los Pastores. Llamamos también a muchos de nuestros amigos ganaderos, agricultores y artesanos para pedirles opinión y también todos nos animaron a crear el proyecto; veían, como nosotros, la necesidad. Pedimos consejo a amigos, algunos clientes y también todos nos dijeron que era el momento. Y por supuesto presentamos el proyecto a la Banca porque sin ellos nada era posible. Nosotros no teníamos capital. Al Banco Santander le gustó el proyecto, creyeron en nosotros y en todos los productores del mundo rural, y nos dieron otro crédito por el giro de la empresa.

Este proyecto lo pudimos poner en marcha tan rápido porque ya teníamos creada toda la red de productores, con los que llevábamos trabajando años. El coste de materia prima de nuestros restaurantes es más alto que la media del sector, pero también teníamos el mejor producto de España en nuestros platos, que nos llenaban de orgullo a todo el equipo, y de confianza y placer a nuestros clientes.

Haber sido fieles a nuestra identidad, a nuestro propósito de mejorar el mundo rural, de ayudar a producir alimentos saludables para las personas y el Planeta, dar a nuestros clientes los productos elaborados con el mayor respeto y cuidado a la tierra para darles la mejor energía, nos daba unas bases para poder salvarnos. Nuestra inversión en sostenibilidad desde hace años nos proporcionaba sostenibilidad en un momento crítico.

También este proyecto nace porque nos habíamos reconvertido a trabajar en el modelo de una organización TEAL, basado en el libro de Frederic Laloux Reinventar las organizaciones que contamos en nuestra web Movimiento TEAL. Habíamos encontrado una metodología de trabajo colaborativa y ágil que nos permitía ser veloces para emprender un proyecto tan exigente.